Estoy de vuelta con la quinta entrega de esta maravillosa historia del maquillaje. En este oportunidad tengo que referirme al movimiento del Romanticismo, el cual como dice en la foto que he posteado para hacer visible este artículo, era una época y revolución artística, política, social e ideológica; donde se promulgaba los principios como la libertad, el individualismo y el nacionalismo entre otros. Aunque para serles sincera, la mujer no tenía nada de esos derechos en esa época, ya que aún vivía opresiva. Pero bueno, entremos en materia.
Durante el Romanticismo, la novela de Alejandro Dumas, «La Dama de las Camelias», es el ejemplo a seguir, el prototipo ideal. Sin necesidad de recurrir a la tuberculosis, las lánguidas beldades blanquean el cutis con un remedio que aún utilizaban muchas de nuestras abuelas: beber vinagre y limón. Con le hígado hecho polvo y frecuentes desmayos – no de amor sino del apretado corsé (aunque yo los amo, y los amaré por el resto de mi vida) que cortaba la respiración -, la máxima a la belleza por la salud no es precisamente característica de esta época. Para colmo huyen del sol – poderosa fuente de vitamina D (aunque yo también huyo de él) -como del diablo.
En el siglo XIX, la bailarina española Lola Montes, experimentó en sus carnes los suplicios de la época. Llegó afirmar que en España, «las mujeres tienen más cuidado con sus manos que con sus caras. He conocido algunas que duermen cada noche con ellas colgadas de los barrotes de la cama con poleas para sujetarlas, esperando así que se vuelvan pálidas y delicadas». Ritual digno del mejor Torquemada.
A lo largo del primer cuarto de nuestro siglo, la cosmética es ya toda una industria. La tirania de la moda varia más o menos, pero sí cambia el concepto fundamental de Coco Chanel impone el look tostado al sol y el modesto lápiz de ojos también presta sus servicios durante la Segunda Guerra Mundial. A falta de medias, y rezando para que no lloviera, las jóvenes europeas recurren a pintarse una línea en las piernas para simular la costura posterior.
Con el paso de los años, la investigación científica se involucra cada vez más en el mundo de la cosmética. Ya sólo mi abuela pone cara de escuchar sánscrito cuando mencionan palabras como: radicales libres, niosomos o liposomas. Ahora los que claman al cielo son los movimientos ecologistas, organizando campañas contra los cosméticos que utilizan productos de origen animal, algunos en vía de extinción. La publicidad más vanguardista proclama la vuelta a lo natural, a las plantas… En definitiva, a todo lo que Eva probablemente utilizó para hacerse más atractiva a los ojos de Adán. ¿O fue él que se maquilló primero?
Finalmente, con esto terminamos con la historia del Maquillaje. Habrán muchos más detalles y más historia. Así que les dejo unos links si desean seguir con esta lectura.
http://www.thecult.es/secciones/tendencias/historia-del-maquillaje.html
Gracias por leer! Nos veremos en el siguiente artículo!
(Bibliografía: Revista Muy Interesante año 6 N.76, Recetario natural de belleza. D.Peno. Miraguano Ediciones. Madrid. 1989)