
En este tercer apartado de la Bruja, es fascinante como esta palabra puede llegar a construir una unidad en términos del feminismo y del estudio del mismo, ya que como lo mencionaba en anteriores artículos, la denominación Bruja puede caber en todos los cuerpos, colores, olores y sabores de lo femenino, del ser mujer. Podría brindar una posibilidad infinita de estudio alrededor de lo que es ser femenina y tener un equilibrio en nuestros discursos desde nuestro ser masculino también. Aunque de ese equilibrio entre lo femenino y masculino lo escribiré o hablaré en próximos contenidos. Así que continuo con mi escrito.
En el marco de lo distinto, lo diverso, lo ciborg de lo femenino (Hawaray, 1984) es la bruja como personaje mítico que responde a una materialización producto del colonialismo, pero que, pese al sentido peyorativo colonial de la denominación, se convierte en un posible híbrido de máquina y organismo que se constituye como una criatura de realidad social, pero así mismo, de la ficción. Se podría decir que la ficción creada en torno a la bruja se puede evidenciar en la representación pictórica del artista Francisco de Goya, quien, al sufrir la pérdida auditiva, consumió toda su frustración y dolor a través de las imágenes oscuras de los “aquelarres” nocturnos de aquellos relatos inquisidores que iniciaron que el personaje de la bruja se tornará grotesco y tenebroso. (Recordemos que la palabra aquelarre o aquelarres se explica como una reunión de brujas y demonios en la que se llegaba al punto máximo de satanismo mediante la parodia blasfema de ritos cristianos, orgías interminables y planes para subvertir el orden establecido, que debía entenderse como el nudo indesatable de la Iglesia con el Estado. También surgió el término Sabbat, que muchos equiparaban con aquelarre, mientras que otros pensaban que era una palabra hebrea que servía para designar el séptimo día y que fue atribuida a las actividades de las brujas, por hostilidad hacia los judíos.)
Asimismo, esas representaciones van a crear un imaginario colectivo global en donde la mujer sea del color que sea, se vista como se vista, tenga cualquier lengua, cualquier tipo de educación, será la bruja a la cual hay que tener miedo y cuidado porque cada vez que la bruja hable, todos sentirán que no habrá control sobre ella.

Durante los siglos XII y XIII, el concepto de brujería se equiparó con el de hechicería debido principalmente a las tradiciones cristianas vigentes. Se establecerá una relación conceptual entre lo racional y la visión de lo espiritual, es decir, lo que es cristiano y lo que no es. En el siglo XIV, las cosas cambiaron y el uso del término se extendió al de herejía que se entendía como la traición a Dios y que podía definirse como el rechazo constante de un dogma o la rígida adhesión a una secta cuyas doctrinas han sido condenadas por la Iglesia por ser contrarias a la fe. Tal hecho, fue el responsable «legal» del asesinato de miles de personas en Europa durante esa época con el fin de apropiarse de sus tierras, en la mayoría de los casos estas personas eran judías, musulmanas, gitanas entre otras… mujeres.
Brujas mujeres negras, brujas mujeres blancas, brujas mujeres mestizas, brujas mujeres rubias, brujas mujeres marxistas, brujas mujeres de estatura baja, brujas mujeres latinas, brujas lesbianas, brujas mujeres… somos miles de ciborgs, brujas híbridas.
Como lo menciona Haraway, poder imaginar posibles unidades alrededor de la bruja donde pueda ser posible construir y deconstruir, desmontar y montar una y otra vez dando espacio a nuevas perspectivas y debates desde lo femenino. Es lamentable que aún en pleno siglo XXI, se siga generando una narrativa colonial que continúe persiguiendo a las brujas, a las mujeres sabedoras de conocimientos y prácticas ancestrales como es el caso en Papúa Nueva Guinea; quienes han sido acusadas de brujería, por ende, asesinadas creando una estigmatización tanto racial como de creencias. Asimismo, se concluye que la caza de brujas puede no ser un problema histórico, sino un problema candente, del propio presente. Y concluyo con esta reflexión:
«Hay quienes creen ciegamente en ellas y quienes las considera producto de la imaginación popular. La de las brujas es una tortuosa historia, tejida de realidad y ficción, que nació en tiempos ancestrales y sigue su camino hasta nuestros días».
Nos veremos en el siguiente post, continuando con este tema tan apasionante para mi y sé que es de mucho interés para ustedes.
Saludos,
Que bello. Así es estamos conviviendo con una meta evolución del concepto de ser bruja que es, en una actualidad en la que el planeta desarma su consciencia de la oscuridad y ve la luz que hacia si mismos y se ilumina y la bruja moderna del despertar de consciencia está atravesando una transmutacion de su aspecto funcional hacia ese camino de apertura planetaria, conviviendo con máquinas que nos hace sentir ese híbrido… Beningnamente manifestó de luz